29.7.10

109# Yo vs. Yo

Frente a una ventana, el río crecido, un pequeño bote que fue abandonado espera paciente, una canción que reza mis pensamientos de forma poética, una tenue luz que apenas alcanza para permitirme transcribir este vómito verbal en un cuaderno prestado.
Estoy lejos. Lejos de casa, lejos de mi hogar, lejos de los que quiero, lejos de mi lugar, lejos de mí. Tan lejos que no me veo. Mi espíritu, mi razón, mi esencia. Guardadas en un cajón.
El paisaje difuso no ayuda a aclarar mi cabeza. El río se confunde con la noche vacía de astros. Quizás, con mucho esfuerzo se llegan a notar algunos arboles en el fondo, pero no tengo ganas de buscar matices en el fondo.
Me animo y abro la ventana. La calle está desolada como estos restos de mi. La falta de alma se siente pero fue necesaria dejarla lejos. Exponerla a tanto no le hace bien. Ella ama. Ama y solo eso. Se dedica a amar. Ama a todo ser que sufre por un daño auto infringido, inconscientemente o no. Ama a todo ser que se muestre en una circunstancia en la que nadie quiere estar. Ama a todo ser que se destaque por la indiferencia. Este alma juega con mi corazón y mi razón, causando debates que no traen más que conflictos. Causa disturbio. No me deja vivir en paz.
Me decido. Es momento de afrontarme. Sentarme cara a cara conmigo y así aclarar los tantos, sacar cuentas, establecer metas en esta guerra entre razón y corazón.
Este alma divaga buscando su par en otras almas en aparente pena. Ignora que va a ser lastimada. Totalmente destruida, sin embargo este daño dejará las huellas de los atacantes marcadas a fuego. Mi alma no olvida. Acumula.
Mi razón odia esto. Se pregunta cuándo acabará y qué puede hacer para terminar con esto si no es escuchada. La conciencia queda intranquila y no para de cuestionarse qué hizo para merecer eso. Y por último mi corazón. Él amortigua lo más que puede mientras interroga al reflejo en sus lágrimas, ¿por qué?
Me quedo sola con mi razón. Ella y yo. Entiendo. Entiende que ella es la que dirige todo. Decide. El corazón borra todo los sentimientos y la conciencia deja de culparse. Están lejos, pero entienden y aceptan los términos. El alma no hablará más.
Desalmada pueden decirme, porque desalmada seré. No lloro más, no intento más, no busco más. Las reglas están establecidas. Este conflicto conmigo debe terminar junto con esta demente tendencia a estigmatizarme, al concluir estas lineas.

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