30.7.13

#176 Encuentros

A lo largo de la vida suceden cosas. Eso es una obviedad. Desde preescolar, recuerdo considerar a la vida como un camino. Donde cada problema sería una piedra, y cada decisión, una bifurcación del mismo. Pero esos senderos no son únicamente nuestros, sino que se comparten. A veces uno elige, pero al fin y al cabo, nunca se sabe quién va a ser el afortunado compañero que, aunque sea un corto tramo, recorrerá y compartirá con nosotros un pedazo de vida. Pasará que algunas de esas personas simplemente se alejarán porque las decisiones que se tomaron no resultaron compatibles, o pasará que veremos a otros llegar al final. Y en todo este recorrido sentiremos miles de sensaciones distintas. La dulzura de un beso, quizás, la amargura de una pelea, el dolor de una despedida inesperada, o no tan inesperada.
Hace poco entendí que a veces no importa tanto el tiempo, sino lo que nos enseña quien camina junto a uno. Se me ocurre pensar en esos compañeros de secundario o primario, con los que seguro se compartieron momentos inolvidables, pero que cuyas caras y nombres, conforme pasa el tiempo, comienzan a difuminarse.
Se me ocurre pensar también en esa persona, por la que nos desvivíamos por llamar su atención. Esa con la que se soñaba y planeaba el casamiento, la familia, la casa y hasta quizás el nombre de la mascota. Esas que en algún futuro no serán más que una anécdota sin rostro.
También pienso en esos que nos brindaron años de amistad. Esos que nos vieron fracasar y llegar al punto más bajo y nos empujaron para salir. Los mismos que rieron y festejaron con nosotros las victorias. Cuando pienso en ellos, los imagino conmigo, cuando llegue a la recta final. Y si no están ahí, deseo recordar cada una de sus facciones, de sus gestos, de sus miradas y sus caricias, al igual que cada una de sus palabras.
Pero hay unos que son especialmente particulares. Quizás aparecieron desarrollando un roll de amigos, amantes, familiares o profesores, aunque, cuando lleguemos al final o, tal vez con suerte, antes del mismo, notaremos que no los recordamos por esa etiqueta. Su participación en nuestra vida fue ser Luz en nuestro camino, o quizás, hasta ser el Camino mismo. Es gente cuya presencia no se puede explicar. Personalmente, creo que definirlos como 'gente' es poco. Son luz, energía, hecha materia. Esa materia con forma humana que aparece cuando todo empieza a romperse, cuando en vez de una piedra, se nos presenta un pozo. Ellos son los que amortiguan la caída y quienes nos dan las herramientas para salir.
Creo que no todos tienen la suerte de notarlo en el momento, y adivino que algunos nunca lo notarán hasta que lleguen al final y vean pasar la vida frente a sus ojos.

#175 Goodbye Will Be Farewell

La habitación estaba a obscuras. Solo algunos rayos del Sol de la madrugada se colaban por la ventana, dibujando figuras sin forma sobre las paredes. Todo era silencio. Estaba sola. Sola rodeada de gente que la aturdía con la respiración. Tomó fuerzas y se levantó, haciéndose paso entre los objetos que cubrían el camino, mientras buscaba entre ellos su teléfono. Llamas perdidas y mensajes. Su corazón latió con tal fuerza, que podía escucharlo, como si no estuviese dentro de sí.
Lo miró con miedo, como quien espera una sentencia. Esperaba leer un nombre. Siempre esperaba leer ese nombre. Su corazón latía más fuerte conforme miraba en esa pequeña pantalla, que lograba encandilarla sin problema, la lista de gente que la había estado buscando. Pero nunca apareció. Jamás apareció esa llamada. Jamás apareció ese mensaje.
Lentamente dejó apoyado el aparato donde lo había encontrado, y conforme sus pulsaciones se regularizaban, volvió al lugar donde había amanecido, y decidió que esperaría paciente que los pixeles de esa pequeña pantalla dibujen el nombre de quien nunca más volvería a enviarle mensajes.

21.7.13

#174 Tiny Little Fractures

Una de mis cualidades es la memoria. Por algún motivo que no logro explicar, recuerdo situaciones o anécdotas que no tienen ningún significado en particular. Recuerdo eventos que quizás nadie más retuvo, simplemente porque causaron algo en mi, por más pequeño que sea. Pero así como se guardan momentos gratos o que tienen cierta gracia en sí, se mantienen latentes palabras, frases, que marcaron momentos en mi vida.
Uno tiene la tendencia a recordar lo malo sobre lo bueno. A recordar la mancha y no el elemento en sí. Así son algunas de estas frases que mi memoria decidió conservar.
Hace poco ocurrió algo así. De la boca de una persona que de a poco se estaba desdibujando entre tantas manchas, salieron palabras que no tenían otro fin que estropear otro objeto que nada tenía que ver en la cuestión. En el momento que lo escuché mi cuerpo reaccionó mal. Puedo contar con las manos las veces que me descompuse tras recibir determinada información. Perdí el control de mi y no pude hacer nada más que sentarme en la vereda y llorar hasta calmarme.
¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que tocó este ser? ¿Por qué se dio esta pérdida de control tan grande? No suelo tener reacciones tan violentas, más bien soy una persona que reacciona de modo tranquilo aunque poco hiriente, dependiendo de la gravedad del caso. Pero yo no lloro. Aun que esto no era una ofensa. Este ser puso en duda la única certeza que tenía en mi vida. Se metió en un campo que poco conocía, o mejor dicho, nada conocía, salvando un par de anécdotas que habré mencionado.
Nunca me pareció buena política apuntar al talón de Aquiles como método de defensa. Cuando lo hice me arrepentí (y sigo arrepintiéndome).
Para ponerlo de un modo, estas palabras que me detonaron hace meses, hoy las reviví en un sueño. Pero no salían de la boca del autor, sino que las pronunciaba la persona sobre la que hacían referencia. Volví a sentir esa angustia, ese sabor amargo, esa desesperación.
Básicamente, lo que se dijo puso en duda la veracidad de una historia que viví (y por suerte creo seguir viviendo y armando) con la persona que más impacto tuvo en mi vida, la persona que más me conoce. Esas historias que motivan a escribirlas y hacer películas sobre ellas para mostrar al mundo lo maravillosas que son. Más de 4 (cuatro) años, se redujeron a una incógnita, a un signo de pregunta gigante, por una oración cuya pronunciación no duró mas de 3 (tres) segundos. Es más, lo primero que hice luego de calmar mi llanto aquella tarde fue buscar el apoyo de esta persona, contándole la situación, y afortunadamente negó que lo dicho fuera cierto.
Soy consciente de que lo de anoche solo fue un sueño, de que esta persona nunca pronunció semejante estupidez. Sin embargo en mi interior quedó una fractura producto de la brutalidad del otro ser que solo pretendía lastimar. Y digo 'ser' porque catalogar como 'persona' sería muy bondadoso para semejante animal que disfruta de herir para defenderse de acusaciones solo existentes en su psiquis.
Pero aprendí algo, aprendí que no hay dolor que se compare con el que le quieran arrancar una verdad al alma.

20.6.13

173# Abrazame Un Rato

Hay mil cosas que quiero hacer, pero siempre termino haciendo absolutamente cero. Después de una tarde con unos hermosos desastres, mirando las mariposas, el agua, la bella luna, comiendo demasiada comida, sintiendo la briza de verano, en fin, haciendo lo que queremos y luego de una profunda conversación conmigo misma, me di cuenta que la vida es maravillosa, que el amor es real, que todas esas mentiras no son relevantes y que nunca es muy tarde para volver a empezar. Considero que tengo suerte y que no soy más un extraño. No pueden detenernos. Ahora no tengo motivos para dormir todo el día y eso no es tan usual en mi. Esto no es solo una canción para un amigo, ¿Te llegó mi mensaje? Esto es la frase más indicada: LIVE HIGH!

172# Breaking it Up

Cuando nada resulta como uno espera, cuando todo empieza a desmoronarse, uno tiene dos opciones: Aceptar y prepararse para lo peor. O negar y justificar la situación. Dejé de entender qué pasaba a mi al rededor cuando decidí no ver lo que era inminente. Todo apuntaba al desenlace que al final se dio. Todas las señales, las palabras, las acciones. Todo. Todo portaba una flecha en la que, si se quería, se podía leer: «El final en aquella dirección».
En mi caso, quise evitar creer que lo que estaba pasando era el comienzo de un doloroso final. Incluso, cuando ya había concluido, decidí que lo mejor para mi era negarlo y continuar lo que ya no existía. Quizás nunca entienda por qué actué de esa manera. O quizás lo sé pero no quiero admitirlo.
 En un primer momento pensé que quién había movilizado las cosas para poner la situación en marcha hacia la recta final, había sido yo. Cada palabra, cada gesto, cada caricia habían estado equivocadas. Repasé en mi cabeza, oración por oración, hasta encontrar errores que no eran. Lloré mares y pedí disculpas por actos inexistentes.
Me encontré viviendo en una realidad alternativa. Y por alternativa quiero decir irreal. Pero estaba cómoda, por que parecía que esos perdones inventados y esas fallas que no eran, eran aceptados y, en cierto aspecto, mejoraban la situación, retrasando el proceso que derivaría en el cierre definitivo de, lo que una vez fue, mi mejor momento.
Los llantos y las discusiones se prolongaron en el tiempo y la intervención de terceros no se hizo esperar. ¿Qué puede hacer uno, a la distancia, para arreglar algo que, a la cercanía, se empecinan en deteriorar? Es como dar indicaciones por teléfono de cómo reparar un objeto, mientras está siendo destruido al mismo tiempo que se habla. Es prácticamente imposible, porque la llamada se corta y las palabras se las lleva el viento, mientras tanto, el resto insiste en romper.
Cuando llegó el momento del encuentro, las cosas no resultaron como esperadas y los malos entendidos y las discusiones no tardaron en nublar la memoria de los dos. Ya no había vuelta atrás. Lo que había entre los dos, estaba perdido. Quizás quedó aquel día en el aeropuerto cuando nos despedíamos por última vez. O quizás quedó olvidado en la habitación de alguien más. Sea cual fuere la razón, esa pareja enfrentada no era la misma.
El final llegó de la mano de esos terceros, aunque sé que fueron solo móviles. La culpa siempre será al mismo tiempo, de ambos y de ninguno. Quizás más de uno que de otro, pero es indistinto. ¿Qué cambia saber quién fue más responsable? ¿Qué puede modificar en el desenlace? Nada. Lo roto, roto está. Puede ser que pase por el resentimiento, pero al fin y al cabo, eso es opcional.
 Siempre fui de planificar acciones y desarrollarlas en mi cabeza una y otra vez, pero jamás tomé partido para llevarlas a cabo. Esta fue la excepción, porque estuve empecinada en prolongar lo más posible, sufriendo más de lo gozado, una relación que había dejado de serlo. Me esforcé, más que en recuperar lo que una vez fui, en pedir respuestas y explicaciones a hechos impulsivos. ¿Quién puede justificar un impulso? No es una justificación, no me malinterprete, no estoy ignorando el juicio de valor, sino que es algo que no se piensa, simplemente se quiere. En ese momento, su deseo era estar con alguien que no era yo. ¿Y qué explicación hay para eso? Y si la hubiera, ¿De qué me serviría conocerla? ¿Va a cambiar lo que pasó el saberlo? ¿Haría que mi tristeza se desvaneciera y que todo vuelva a ser como era antes? La respuesta a todas estas preguntas es un rotundo NO.
Hoy ya pasaron más de 6 meses desde que comenzó a terminar este proceso y un poco más de un mes desde su cierre definitivo. Quizás hay días que extraño todo lo que viví y todavía lo recuerdo con cierto cariño.
Recuerdo que cerca del final, decidimos mirar El Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos, mi película favorita, que vi incontables veces. La detuvo en un momento, solo para decirme «Sos Joel». Hipótesis que puede ser defendida, considerando que Clementine, lo borra de su memoria, y cuando Joel pretende hablarle, ella ya no lo recuerda.
¿Quieren adivinar? Así paso entre nosotros. Es el día de hoy, que camino frente a él y no lo nota. En su momento lo lloré, pero hoy en día pienso que el desenlace es directamente proporcional al comienzo. De golpe y a los tumbos. Y no quisiera que fuera de otra manera.

13.12.11

171# Fresh Start

Después de tanto pedir, de tanto rogar, de tanto buscar, cuando menos lo esperaba, me encontró una persona que se dispuso a darme vuelta el piso. No solo lo dio vuelta, lo desacomodó, desordenó todo y lo volvió a sacudir un poco más cosa que no quede nada en su lugar. Sin ningún permiso se mandó solo y se instaló.
En un momento donde ni tiempo para sentarme a pensar tenía, se hizo un espacio para él haciéndome dar cuenta que las cosas no era como las veía y solucionando problemas que nunca lo fueron.
De la noche a la mañana este sujeto desconocido decidió quererme como soy, demostrándolo cada día con acciones. De la noche a la mañana se convirtió en ese amor que tanto pedía, que tanto quería, que tanto buscaba. De la noche a la mañana digo, porque fue de un modo tan fugaz que todavía me pregunto si es parte de una broma. Todavía dudo si es real.
Y es perfecto. No le gusta caminar de la mano, no le gusta ver películas abrazados, no le gustan las cartas y regalos, no le gusta decirme todos los días si le parezco linda, no le gustan las muestras de afecto en público. Es todo lo que una chica no quiere. Pero es todo eso lo que lo hace perfecto para mi.
Es escucharlo contar infinita cantidad de anécdotas sobre otras mujeres jugando totalmente con mis celosas emociones, pero durmiéndolas con una sola mirada. Porque todo lo que hace es demostrarme que puedo confiar. Porque me da seguridad, esa seguridad que nunca tuve hasta hoy. Esta seguridad que me da.
Y sorprendiéndome de vez en cuando con canciones, y sorprendiéndome todos los días llamándome en cualquier momento solo para recordarme que me quiere. Pidiéndome perdón si me despierta. Pidiendo perdón por pequeñas cosas que teme sean errores. Mandando mensajes que cierra con frases como "si me querés no me contestes" para que no gaste crédito en él. Cuidándome casi sin que lo note. Perdonando mis errores y obviando mis defectos.
Y no me trata como una señorita, como cualquiera lo haría, porque no es un caballero para mi. Es un amigo, es un confidente, es más que un amor. Y sí. Es probable que sea prematuro todo esto, y que al próximo enojo quiera borrarlo. Pero en estos últimos años decir lo que siento se volvió un tabú, y es por él que quiero volver a empezar a decir lo que siento sin miedo. Es por él que quiero cambiar muchas cosas de mi y es por él por quien quiero dejar de ocultar las cosas que jamás cuento que me lastiman.
Hay tantas cosas que quiero demostrarle, que quiero decirle, que quiero que sepa, pero mis miedos me lo impiden. Lo que más me sorprende es que entienda como soy y no me pida nada a cambio.
Antes no entendía como una pareja de adolescentes se podía demostrar tanto amor y "devoción" por el otro como si fueran adultos con intenciones de casarse. Jamás comprendía porqué parejas de adolescentes pasaban meses e incluso años de novios y permanecían juntos a pesar de las adversidades. Él, sin hacer nada, me demostró que todo eso es real, que esos sentimientos son reales. Por todo esto y mucho más...
JP, Gracias por tanto, y perdón por tan poco.