13.12.10

128# Crónicas

Pongámoslo de este modo: cuando uno no está, se va, la vida de los demás, tarde o temprano, va a seguir su curso.
Muchos piensan qué pasaría si dejan el planeta. ¿Qué pensarían los otros? ¿Cómo seguirán sus vidas? ¿Seguirá todo igual? ¿Quién va a ocupar tu lugar, tu cama, tu puesto, tu silla en aquel bar? Pero más que nada ¿Qué tan dispensable sos?
No sé exactamente lo que pasa por la cabeza de cada uno de los que te conoces, pero sé como fue cuando, de la nada, no aparecí más y mi nombre dejó de figurar en los últimos sms enviados, las últimas llamadas realizadas, los últimos muros comentados. Es que me fui sin que me echen, pero nunca volví. No por que no quisiera, sino porque mi lugar no estaba disponible y porque ya no era yo, ya no más.
En cuanto a la vida de los que me rodeaban, siguieron su curso sin mayor problema. Quizás alguno gastó 10 minutos de su tiempo en preguntarse dónde, por qué, para qué, hasta que algún otro, cortó con tanto misterio y le informó de mi nuevo paradero. Quizás fue un tema de debate. O quizás no se acordaron hasta el momento que figuraba en la lista pero no respondía 'presente'. Dicen que durante meses fue así.
Pero el día que tacharon definitivamente y dejaron de llamar a quien no estaba ¿Se habrán olvidado de aquella persona que ocupaba aquel espacio? Mi banco, mi lugar en el recreo, mi lugar en ese bar, en cada foto. Todo es un hueco. Todo es un hueco que alguien, quizás, va a llenar eventualmente. O quizás no. Quizás. Todo es un quizás. La cama. Ese espacio físico que ocupaba cuando pasaba la noche fuera de casa. ¿Qué fue de eso? ¿Qué fue de todos los que me acompañaban? Algunos siguieron, otros se quedaron.
Desde chiquita me lo explicaron todo como un camino. Algunos salen todos juntos. A medida que avanzan, se van quedando algunos y se van agregando otros a la gran caminata. Pero yo que llegué ¿Los que caminaban conmigo siguen? ¿Por qué ellos pueden seguir y yo no? Si salimos juntos. Otra de las cosas de la vida que jamás entendí y, dadas las circunstancias, no voy a entender. Por lo menos en esta vida.
Una vez, uno se acordó y me habló. Si. Me preguntó cómo era mi vida ahora. No le pude responder. Me contó lo que pasaba en su vida, como solíamos hacer cuando estaba con él. Si. Me pidió perdón por seguir con su vida. Algo que nunca entendí. ¿Qué esperaba? En fin. Me habló, pero no le pude responder. Ayuda. Esa fue la palabra que se clavó en mi pecho. ¿Qué podía hacer yo, si no podía responder siquiera? Por eso resolví escuchar. Escuchar. Lo que muchos necesitan. Escuchar y ser escuchados. Tampoco pude abrasarlo. Pero no me quejo. Cada tanto me recuerda. Yo lo siento. Me nombra por error. ¿Por error?Cada tanto recuerdo lo que se sentía. Cada tanto tengo ganas locas de volver. Pero, ¿Para qué? Las cosas para todos siguieron y sería muy distinto, y no sería yo.
Lo que me lleva a preguntarme ¿Qué tan dispensable soy, fui, seré? No tengo un respuesta para eso. Lo que uno es no se mide en cantidad de opiniones. Entonces ¿En qué? No se mide. Cuando dicen que aunque seas nadie en el mundo de muchos, sos el mundo para unos pocos, es verdad. Se siente. Te das cuenta, tarde quizás. Pero te das cuenta en fin. No me queda nada más que decir salvo que la vida es hermosa, por lo que aprovecharla es lo mejor que podés hacer y dejar de gastar tus energías en quejarte y llorar por causas que no tienen importancia, sería óptimo.
Si más, me despido. Hasta la próxima vida.

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