Nadie esperaba semejante reacción por parte de ella. Sin dar más explicaciones que un "Me cansé", se levantó y se fue dándole la espalda. No volvió. Intentó llamarla, pero se rehusaba a volver a escuchar. ¿Quién podría saber lo que pasaba por su cabeza en ese momento? ¿Quién la conocía lo suficiente como para darse cuenta que sus reacciones tenían un motivo?
Por su lado ella tampoco lograba entender, entenderse. ¿Qué la había llevado a actuar así? ¿Portaban nombre y apellido sus emociones? ¿Se justificaba su actitud? No puede estar bien con su mundo. Necesita una distracción mayor para evitar tantas peleas sin sentido.
Más tarde cuando su cabeza se había aclarado notó que todo era un espejismo. Una represión de sus deseos de quitarse un peso de encima que no sabía como sacarlo. Era cuestión de tiempo para que ese peso le quebrara su columna, su eje. ¿Qué podía hacer? NADA.
¿Cómo "NADA"? Podía hablar, pero no se animaba. Nunca hablaba. ¿Por qué? Por miedo, obvio.
Llegó al punto que hasta sus miedos tenían terror de lo que podía pasar si se sentaba a debatir sus emociones y sus sentimientos para con otra persona. No iba a dar el primer paso. Se rehusaba.
Al cabo de un tiempo no pudo más y tiró la primera piedra, lo que concluyó en una hermosa frase posterior a una tremenda lapidasión que la devolvió a su estado original. Su vida tenía orden y paz nuevamente y nada ni nadie podía arruinarlo.
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