Pobres de estos corazones que sufren las trampas de la vida. Desencuentro tras desencuentro, estos corazones que esperan, desesperan. ¡No desesperes corazón! Desespera el que espera.
De todos modos, estos pequeños ludópatas algún día entenderán que son demasiado jóvenes como para entender las reglas del destino. Reglas que aparecen cuando a este se le antoja y desaparecen cuando se aburre de ellas. '¡Destino tramposo!' dirá usted. ¿Es realmente tramposo? ¿O son estos jugadores desesperados por ganar? Disculpe, no tratan de ganar. Tratan de jugar.
Es hora, pequeños corazones, que dejen sus adicciones y empiecen a ser realistas.
1 comment:
Cuanta verdad junta... pienso parecido, muy bueno!
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