A lo largo de la vida suceden cosas. Eso es una obviedad. Desde preescolar, recuerdo considerar a la vida como un camino. Donde cada problema sería una piedra, y cada decisión, una bifurcación del mismo. Pero esos senderos no son únicamente nuestros, sino que se comparten. A veces uno elige, pero al fin y al cabo, nunca se sabe quién va a ser el afortunado compañero que, aunque sea un corto tramo, recorrerá y compartirá con nosotros un pedazo de vida. Pasará que algunas de esas personas simplemente se alejarán porque las decisiones que se tomaron no resultaron compatibles, o pasará que veremos a otros llegar al final. Y en todo este recorrido sentiremos miles de sensaciones distintas. La dulzura de un beso, quizás, la amargura de una pelea, el dolor de una despedida inesperada, o no tan inesperada.
Hace poco entendí que a veces no importa tanto el tiempo, sino lo que nos enseña quien camina junto a uno. Se me ocurre pensar en esos compañeros de secundario o primario, con los que seguro se compartieron momentos inolvidables, pero que cuyas caras y nombres, conforme pasa el tiempo, comienzan a difuminarse.
Se me ocurre pensar también en esa persona, por la que nos desvivíamos por llamar su atención. Esa con la que se soñaba y planeaba el casamiento, la familia, la casa y hasta quizás el nombre de la mascota. Esas que en algún futuro no serán más que una anécdota sin rostro.
También pienso en esos que nos brindaron años de amistad. Esos que nos vieron fracasar y llegar al punto más bajo y nos empujaron para salir. Los mismos que rieron y festejaron con nosotros las victorias. Cuando pienso en ellos, los imagino conmigo, cuando llegue a la recta final. Y si no están ahí, deseo recordar cada una de sus facciones, de sus gestos, de sus miradas y sus caricias, al igual que cada una de sus palabras.
Pero hay unos que son especialmente particulares. Quizás aparecieron desarrollando un roll de amigos, amantes, familiares o profesores, aunque, cuando lleguemos al final o, tal vez con suerte, antes del mismo, notaremos que no los recordamos por esa etiqueta. Su participación en nuestra vida fue ser Luz en nuestro camino, o quizás, hasta ser el Camino mismo. Es gente cuya presencia no se puede explicar. Personalmente, creo que definirlos como 'gente' es poco. Son luz, energía, hecha materia. Esa materia con forma humana que aparece cuando todo empieza a romperse, cuando en vez de una piedra, se nos presenta un pozo. Ellos son los que amortiguan la caída y quienes nos dan las herramientas para salir.
Creo que no todos tienen la suerte de notarlo en el momento, y adivino que algunos nunca lo notarán hasta que lleguen al final y vean pasar la vida frente a sus ojos.
Magno
9 years ago